3 Inteligencias artificiales generativas: Navegando entre la innovación y la controversia

3.1 Introducción

En 1784, una invención marcó el inicio de una nueva era y cambió el curso de la historia de la humanidad: el primer telar mecánico. Esta creación sentó las bases para la primera revolución industrial, que posteriormente dio paso a otras tres revoluciones, siendo la cuarta propuesta por el empresario y economista Klaus Schwab en el Foro Económico Mundial de 2016. (Iberdrola 2021)

A lo largo de estos periodos, se han compartido características clave, como la adopción de nuevas tecnologías, avances científicos y mejoras en la productividad. Sin embargo, uno de los aspectos más impactantes ha sido la sustitución del trabajo humano. Desde la automatización de la industria textil hasta la introducción de robots en actividades repetitivas y predecibles, la transformación ha sido evidente.

Hasta hace poco, se creía que las máquinas solo podían reemplazar tareas predecibles y repetitivas, liberando a los humanos de trabajos agotadores y monótonos. No obstante, con la llegada de la cuarta revolución industrial, las inteligencias artificiales (IA) han emergido como un nuevo actor, desafiando una cualidad humana considerada inherente: la creatividad.

3.2 Artículo

El tipo de IA que está demostrando un potencial creativo es la generativa. Esta emplea algoritmos y redes neuronales artificiales que mediante técnicas de aprendizaje profundo analizan grandes conjuntos de datos de forma autónoma. De esta manera, la IA generativa extrae patrones y relaciones complejas que luego aplica para producir contenidos novedosos con cierto grado de “creatividad”.

Particularmente, las IAs generativas encargadas de crear imágenes y audios han sido objeto de controversia. Estas herramientas tienen el potencial de sustituir trabajos creativos y reducir el tiempo necesario para crear obras artísticas, que son inventivas y no repetitivas. Aunque algunos argumentan que las IAs aún no son “creativas” de manera genuina, la definición de creatividad implica la capacidad de generar algo nuevo y novedoso basándose en experiencias previas, lo cual coincide con el funcionamiento de estas inteligencias artificiales. Esta nueva realidad plantea preguntas y desafíos importantes. ¿Pueden las IAs reemplazar efectivamente a los humanos en tareas creativas? ¿Cuáles son las implicaciones de generar arte a través de estas tecnologías? ¿Son los productos generados realmente innovadores y originales? ¿Son legales y éticos?, y sobre todo, ¿Qué impacto pueden tener en la sociedad?

Un evento destacado sobre esta problemática ocurrió el 14 de abril de 2023, cuando un artista llamado “ghostwriter 977” publicó una obra titulada “Heart on My Sleeve”. En solo tres días, la canción superó los 8.5 millones de visualizaciones en la red social “TikTok” y presentaba una peculiaridad: según el autor, las voces fueron creadas mediante IA, sugiriendo con ambigüedad que se trataba de las voces de los artistas Drake y The Weeknd. Aunque fue retirada debido a reclamaciones, esto puso de relieve el debate sobre la legalidad y ética de estas creaciones.

“Ghostwriter 977” no enfrentó una demanda legal por su publicación, Universal Music Group (UMG), representante del artista Drake, realmente logró eliminar la canción de la mayoría de servicios de streaming debido a que el autor había utilizado por error un sample con derechos de autor pertenecientes a UMG en forma de “etiqueta de productor”. Al detectar esta infracción, UMG pudo emitir una notificación DMCA (Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital) que obligó a las plataformas a retirar el producto de sus catálogos.

El trabajo de “ghostwriter 977” y otros casos similares han desencadenado un auge en el uso de la IA para copiar o imitar a otros artistas o personas. UMG no pudo demandar por derechos de autor el trabajo que imitaba la voz de su artista, ya que esta ley no contempla la protección de la voz humana. Una ley que podría aplicarse mejor a estos casos sería la ley de derecho de publicidad. Sin embargo, las IAs plantean desafíos a la sociedad y a las leyes, ya que aún no está claro cómo se deben regular este tipo de casos.

Más allá de la música, las artes en general han sido el medio por el cual muchas personas están conociendo el potencial de las IAs. Herramientas gratuitas brindan habilidades previamente inaccesibles, permitiendo que proyectos como el de “ghostwriter 977” utilicen IA entrenadas con material protegido o generen obras libres. Pero las aplicaciones van más lejos. Esta tecnología ha logrado imitar voces y rostros humanos de modo muy convincente, como la voz del actor Val Kilmer en Top Gun: Maverick de 2022, quien había perdido su voz. Esto demuestra su enorme potencial, pero también las convierte en un arma de doble filo.

No obstante, es importante tener en cuenta que las IAs aún tienen limitaciones en el ámbito sonoro. Aunque han logrado avances significativos, los mejores resultados todavía requieren de intervención humana para sonar convincentes al público. Proyectos como “JukeBox” de OpenAI, aunque prometedores, aún no están listos para competir con la creatividad humana.

Por otro lado, en el ámbito de material visual, también se han presentado demandas como es el caso de la realizada hacia Stabble Diffusion y MidJourney que son IAs que pueden generar imágenes a partir de texto. Estas IAs se basan en el trabajo previo de miles de artistas para crear sus resultados, sin darles crédito ni compensación. Esto ha provocado que se cuestionen los derechos de autor y cómo se deben proteger en el contexto de la inteligencia artificial.

Otro ejemplo es la demanda hacia Meta y OpenAI por parte de la humorista Sarah Silverman y los autores Richard Kadrey y Christopher Golden por violar los derechos de autor al utilizar el contenido de sus libros sin permiso para entrenar modelos de lenguaje de inteligencia artificial.

El impacto de las inteligencias artificiales en la producción de contenido audiovisual ha generado un intenso debate. Este fenómeno ha generado preocupaciones entre ilustradores, guionistas, diseñadores de storyboards y editores de video, quienes han expresado quejas debido a que, en diversas ocasiones, sus roles han sido reemplazados por tecnologías automatizadas para llevar a cabo estas tareas.

3.3 Conclusiones

La cuarta revolución industrial ha presentado un desafío único con la aparición de inteligencias artificiales generativas en el ámbito artístico. Si bien han demostrado capacidades notables, aún queda por determinar si pueden reemplazar completamente a los humanos en tareas creativas.

El entrenamiento de herramientas de IA necesita fuentes externas para generar obras con características aprendidas. Estas obras pueden parecerse a estilos de ciertos artistas, generando malestar al usar sus obras para crear nuevos trabajos que incluso contienen fragmentos originales. La industria y sociedad deben buscar equilibrio entre innovación tecnológica y protección de derechos y autenticidad artística y personal, ya que las leyes actuales no contemplan a las IAs y sus trabajos como ilegales.

3.4 Referencias

  • [1] “¿Drake o fake? La legalidad de la música generada por inteligencia artificial.”, Alba Pelegrin, Larrosa Music Group, acceso el 27 de julio de 2023, https://en.larrosa.pro
  • [2] “AI music vs real music: Good news for creators or bad news for artists?”, Sandy Beeson, Upp beat Blog, acceso el 27 de julio de 2023, https://uppbeat.io
  • [3] “The rise of AI and the impact it could have on the music industry”, Victoria Kennedy, Cointelegraph, acceso el 27 de julio de 2023, https://cointelegraph.com
  • [4] “Industria 4.0: ¿qué tecnologías marcarán la Cuarta Revolución Industrial?”, Iberdrola, S.A., acceso el 27 de julio de 2023, https://www.iberdrola.com
  • [5] “Inteligencia Artificial en el Arte: una mirada a la vanguardia”, Armando Estevez, INED21, acceso el 01 de agosto de 2023, https://ined21.com
  • [6] “Ghostwriter in the Machine: Copyright Implications for AI-Generated Imitations”, Joseph Grasser, Susie Ruiz-Lichter, Squire Patton Boggs, acceso el 11 de agosto de 2023, https://www.iptechblog.com